Por lo tanto, la forma, peso y balance son 3 variables que nos pueden servir para una primera aproximación a la manejabilidad buscada, pero que hay que tomarlas con precaución porque en determinados casos nos puede llevar a cometer errores importantes.
Un ejemplo de esto es el caso de la pala A. Según estos parámetros parecería estar concebida para manejabilidades medias (aprox. 7,50 Escala Testea), cuando en realidad obtiene valores considerablemente bajos (6,00 Escala Testea).
Esto se debe a que estas tres variables no contemplan la distribución real de la masa de la pala a lo largo y ancho de sus ejes, en la que influyen el diseño del puente, la distribución de agujeros, etc….
Y la única manera de conocerla es con el cálculo de los momentos de inercia.
El balance es una consecuencia de la distribución de la masa, pero por sí solo no es una medida real de la misma. Es decir, dos palas con un mismo balance pueden tener distribución de masas significativamente diferentes, inercias diferentes y en consecuencia, manejabilidades diferentes.
EN RESUMEN
La manejabilidad de una pala define un aspecto de su jugabilidad de vital importancia al determinar en gran medida la sensación de comodidad que el jugador percibe. Un jugador puede rechazar un modelo de pala por no sentirse cómodo, incluso sin saber demasiado bien por qué.
Además, influye en otras prestaciones de la pala, de las que también hablaremos en este blog.
Calcular la manejabilidad con los habituales conceptos forma/peso/balance es una simplificación que nos puede llevar a:
La única manera de conocer la manejabilidad real de la pala es mediante el cálculo de los momentos de inercia respecto a los distintos ejes.